Nací libre y jamás perderé mi libertad…
Una incorregible grafomanía, me atrapó un día en su invisible red, una red en la que el escritor, cuando escribe con el alma, sin intentar aparentar lo que no es, por encima del qué dirán, hace que las palabras tomen una figura casi corporal y que se le llegue a representar junto a éstas. Intentando introducirme en el interior de las palabras, en este Blog para románticos, para no variar, hoy hablaré de mí o mejor dicho, de lo que llevo dentro, de lo connatural en mí, del amor. Somos dos capas contiguas de una misma pieza, un todo que no se puede desunir.
La vida tradicional es la que sirve de fondo permanente a la historia de mi vida pero ante la imposibilidad de explicar con un solo principio la variedad del amor, intentaré establecer una pluralidad cuantitativa de los elementos que lo constituyen.
La gente parece obstinarse en entender lo contrario de lo que quiero decir y es comprensible, ya que el contraste fortuito entre cómo pienso y cómo me muevo, a menudo, les parece una burla. Pero a esta misma gente, le diría que la intuición es la mejor forma del conocimiento amoroso y que a veces, la razón tiene un papel secundario en nuestra vida. Reconozco que soy de las que piensan con la intuición y se mueven con el corazón, una actitud que tiende a prestar mayor importancia a la vida interior que a la realidad. Pero así soy yo. Con mis sentidos aturdidos, soy como el amor in crescendo, me encuentro como él, en gravísimo apuro. A veces tiendo a permanecer en un estado de inercia indefinido, otras, me muevo a una velocidad increíble. Inconstante, voy buscando su estabilidad, indómita, busco que me conquiste, que me conmueva hondamente, imposible, no admito lo que no es sumamente difícil de conseguir. Así es el amor, tan inconduscente que me lleva a todas partes, así soy yo, que le imploro sin ruegos, sin lágrimas, que sin desmedidas exigencias, siempre me impongo…
El amor está en mí. Empezó como una enfermedad de apariencia benigna aunque ocultara gravedad suma y a pesar de la remisión graduable de los síntomas, ahora se ha convertido en una enfermedad crónica. Os daré algunas indicaciones que obedecen a este estado patológico, un estado que en mí, desgraciadamente ha provocado una terrible anomalía física… Cuando desde el lenguage simbólico de las miradas, se me aparece el amor, convirtiéndose en la estrella más brillante de mi cielo boreal, silenciosamente me inyecta su poderoso y vivificante fluido que me hace perder el dominio sobre mí misma, con su mágnum de sensaciones, siento de repente como provoca una crecida que hace salir de madre a una gran ola marina que me engulle toda, un seísmo cuyo epicentro se encuentra en la parte más íntima de mi ropa interior, una corriente eléctrica que estimula rítmicamente mi músculo cardíaco como si se tratase de un marcapasos descontrolado… Salir de mi caparazón se convierte en un deseo sexual demasiado exagerado, vicioso, lujuriante, llameante. Las palmas de mis manos se transforman en algo parecido a una babosa, en una lombriz acuosa, intento esconderlas excavando en la lombriguera de mis bolsillos, pero en vano, no lo consigo, es como cuando se echa levadura a la masa del pan y engorda, cuando en mí se exaltan las pasiones, yo me desbordo… El amor con su corazón macrófago puede provocar graves prejuicios al hombre, encantos o maleficios, sin embargo, para mí, proporcionándome sustancias útiles, siempre me es beneficioso.
El amor es como la mayoría de los insectos, puede vivir libre o como un parásito, todo está en no perseguirlo con el fin de sofocarlo, sino saber vivir con él en perfecta armonía. Esta es mi máxima. Basta con intentar ver más allá de su cuerpo inorgánico, cuáles son esas sustancias útiles que tanto nos estimulan. No existe rosa inerte, deprovista de espinas y como ella es el amor, un gusano que se arrastra humillándose vilmente pero es sedoso como él solo, una abeja que te puede picar con su aguijón, pero cuán dulce es su miel. El paso subsiguiente a este golpe de pasión es algo parecido al delirio alcohólico, una sensación de quemadura en el estómago, en la faringe, una irradiación lumínica, pirómana, un color encendido, cárdeno en las mejillas, amoratado como una equimosis, un cardenal imborrable que me delata…
El amor sahumado con sexo resulta más saludabe. Empiezo a temblar como una hoja, me agito como un pez enmallado en la red, parezco tener trastornos parkinsonianos, estoy casi en trance, soy la reina de la colmena, todo mi ser deja traslucir una actitud incitante de provocación amorosa. Como un motor de inflamación, sus llamas se propagan por todo mi cuerpo causando estragos en mi piel, siento como me rompo por dentro, es algo indefinible, indecible… El amor está en mí y yo en él, no me limito a compartir su mismo espacio ecológico, vivo, me encuentro por encima del límite de las nieves perpetuas y aún así, las aguas de mi fuente termal se mantienen calientes…
Hora tras hora trabajo velando en mi obra de ingenio, haciendo de cada día una jornada particular. La abeja reina se transforma en abeja obrera, llevando a cabo las labores necesarias para el mantenimiento del amor.
Pero a veces el amor se convierte en un moralista escéptico, aunque no en un pesimista y cuando la pasión desaparece, una total indiferencia se apodera de mí, ya no siento inclinación alguna por el sujeto en cuestión, tampoco siento repulsión. Mi mecanismo de autodefensa se pone en marcha por sí solo, sabe cuando ha llegado el momento. ¡Amor tramontano, siempre estás del otro lado del monte, como queriendo huir del peligro! Y es que a veces, no necesitas de nadie, como el cante de los gitanos andaluces, que no necesitan el acompañamiento de la guitarra…
Casado en segundas nupcias, el amor ya no es tímido en demasía, ya ha pasado el Abril de su primera juventud, la mera práctica de sus encantos se ha convertido en rutina y como él, no arremeto sino a golpe seguro. ¡Amor, en los altibajos de mi vida, tú eres la noria de mis noches, el tiovivo de mis días! Subida en el vitalista círculo giratorio que me transporta, tú eres el hierro abrazador que me sujeta… Lanzo una sustancia invisible que se volatiliza con el aire y produce una pequeña detonación en el corazón de quien la recibe. Escucho un boom boom, saco mis antenas prismáticas y de repente veo una mancha centellante que cubre todo mi espacio visual, está allí, a partir de mí misma he originado una materia animada, un ser vivo.
Amor luctuoso, me abalanzo inconsideradamente sobre él y su picadura produce de nuevo en mi piel, un fuerte escozor. No me conformo con un accésit, lo quiero todo de él y él, a su vez, siempre busca el primer premio. Y lo consigue. Me convierto en escultora, labro a mano la obra más bella que jamás han visto mis ojos, un obelisco de placer infinito.
Impenitente, me obstino en el pecado pero el amor es indulgente, se abribona conmigo, convirtiéndose en el encubridor de mi delito de falta. Su facilidad de perdonar se debe a que es consciente de que como yo, es experto en disimular culpas, perdonarme a mí es perdonarse a sí mismo y por ello, en todo momento, se siente obligado a concederme gracia. Nunca se deja llevar por el sentimiento de culpabilidad, siempre da indicios, el que avisa no es traidor…
Los síntomas de mi enfermedad se hacen sentir de nuevo, soy una sadomasoquista psíquica empedernida, manifiesto placer en torturar mi mente, experimentando, reviviendo los momentos más hermosos de mi aventura amorosa, infligiéndome al mismo tiempo, en lontananza, insostenibles sensaciones de soledad.
No es cierto lo que se dice del amor, ni tampoco lo que dicen de mí. No variamos con frecuencia de aficiones y caprichos, sino que perseguimos un ideal determinado, vagamos insistentemene en torno a lo inasequible, una manera de sentirnos siempre vivos.
El altruismo que lleva a sacrificar nuestros propios intereses en bien de otras personas no está hecho para nosotros. El tiempo, ése implacable justiciero, se encargará de premiar o castigar a cada uno de nosotros, según nuestros merecimientos.
La atmósfera se abruma, la intensidad de su onda luminosa parece disminuir pero yo no intento retener la energía de sus radiaciones. He sido atravesada por ellas, separada del amor o con él, seguimos siendo el mismo objeto en su esencia…
vous paraissez plutôt amoureuse du sexe qu’une amoureuse véritable, non?
Je suis une amoureuse de l’Amour, tout simplement.
Ne pas confondre Liberté avec Libertinage….
ahhhhhh…. l’Andalousie et sa Carmen…….. Toutes les femmes sont amoureuses de l’amour.. mais dans leurs rêves seulement.
Veo que el post es bastante antiguo, pero aun asi comento para decir que me ha gustado. Muchas gracias.
Este blog atañe a los amantes de la literatura que, en algún momento de su vida, han sentido la pasión de escribir un artículo y, al concluirlo, han descubierto que ningún editor se atreve a publicarlo. A ellos, y a todos los que aprecian el valor de la cultura y sobre todo, de la justicia, va dirigido este espacio, con la intención de exponer conflictos y proponer soluciones para resolverlos.
Me ha llegado tú manera de describir el amor, que riqueza de sensaciones llenas de sabiduría , sutileza, erotismo, sensualidad y belleza